La Catedral de Ávila se vio desbordada este sábado para acoger a todas las personas que querían participar en la ordenación episcopal de Monseñor José María Gil Tamayo, entre ellos muchos extremeños.
La ceremonia comenzó a las 11 de la mañana con la presencia de 68 obispos, entre ellos 7 cardenales y 4 de fuera de España, y más de 200 sacerdotes. Entre ellos, había una nutrida representación del presbiterio de Mérida-Badajoz, encabezado por el arzobispo de Mérida-Badajoz, D. Celso Morga, y el arzobispo emérito, don Santiago García Aracil, así como don Amadeo Rodríguez Magro, obispo de Jaén, natural de nuestra diócesis.
El obispo electo llegó a la Catedral acompañado por el Nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini, y el Obispo Administrador Apostólico, Monseñor Jesús García Burillo, a quien sucede Gil Tamayo. A la llegada saludaron a las autoridades presentes en la celebración.
Tras la proclamación del Evangelio tuvo lugar el rito de la ordenación episcopal. En él, Monseñor José María Gil Tamayo fue presentado ante el Cardenal-Arzobispo, Monseñor Ricardo Blázquez, para que lo ordenara obispo y se mostraron las letras apostólicas al Colegio de Consultores y a todos los presentes.
Posteriormente, Mons. Ricardo Blázquez pronunció la homilía en la que, en varias ocasiones, se refirió al nuevo obispo como “amigo José María”. En ella, hizo referencia “a san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y san Pedro de Alcántara, que unen Extremadura y Ávila. En Arenas de San Pedro se custodian los restos sagrados de San Pedro de Alcántara. Ambos, santa Teresa y san Pedro de Alcántara, como fundadores o reformadores, están representados en sendas hornacinas al inicio de la nave central de la basílica de San Pedro en Roma, que conduce a la tumba del Apóstol. Son los dos espejos luminosos de la fe cristiana, que junto a la tumba de san Pedro profesamos con gratitud y llamada a la fidelidad”.
A continuación, prosiguió el rito de ordenación con las promesas del ordenando y la imposición de manos del Cardenal Blázquez, acto que fue repetido por el resto de los obispos.
En mitad de este rito de ordenación, un primo de Don José María sufrió un infarto por el que se paralizó la ceremonia durante aproximadamente media hora, que finalmente falleció, y para el que pidió una oración en sus primeras palabras al finalizar la celebración.
El rito de ordenación continuó con la imposición de los Evangelios, la unción de la cabeza, la entrega del Evangelio y las insignias episcopales y la toma de posesión de la cátedra.
Al finalizar la eucaristía, acompañado por los obispos de Salamanca y de Plasencia, Monseñor Carlos López y Monseñor José Luis Retana, respectivamente, el nuevo obispo bendijo a todos los asistentes recorriendo las naves de la Catedral y se dirigió por primera vez, como pastor, a su pueblo.
En sus primeras palabras de Mons. José María Gil como obispo de Ávila saludó a obispos y autoridades, a las que ha ofrecido su colaboración. También saludó a sus diocesanos por la acogida que le han dado, a los fieles llegados de Mérida-Badajoz, especialmente de Zalamea de la Serena, a los llegados de otras diócesis y de fuera de España, a sus familiares y tuvo un recuerdo especial para el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, don Antonio Montero.
Mons. José María Gil afirmó no tener “ningún programa preconcebido” porque primero quiere escuchar al Pueblo Santo de Dios, siendo consciente de que llega a una “diócesis llena de grandes realidades eclesiales y humanas, con gran tradición y vitalidad cristiana, con sacerdotes, religiosos y religiosas entregados plenamente a su vocación y con seglares, que fieles a su compromiso bautismal, están trabajando con entusiasmo en la misión de la Iglesia”. El nuevo obispo de Ávila ha marcado como su hoja de ruta eclesial, “para esta hora de nuestra vida eclesial como una nueva etapa evangelizadora”, la exhortación apostólica del papa Francisco Evangelii Gaudium. Además, Mons. Gil Tamayo afirmó que la mejor manera de evangelizar es “la vivencia de la santidad, de la plenitud de la caridad. Los santos no son solo del pasado, son también los de la puerta de al lado, como nos señala el papa Francisco”.
El nuevo prelado continuó afirmando que “el primer deber de esta espiritualidad es proclamar la primacía de Dios, sobre todo hoy en un mundo secularizado como el nuestro en que por una confesionalidad laica militante se trata de marginar a Dios, el hecho religioso cristiano, especialmente el católico, ante la pasividad de no pocos cristianos que, cediendo como dice el Papa a la tentación de la mundanidad, se resignan a vivir su fe como algo sólo privado e intimista sin músculo social y público”. Monseñor José María Gil afirmó que “con la marginación de Dios se produce irremediablemente la del hombre, los atropellos a su dignidad, como nos muestra la experiencia y atestiguan tantos sistemas injustos y carentes de toda consistencia ética. El ser humano sólo alcanza su vocación y grandeza plena en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, que le muestra como nos señala el Concilio Vaticano II, al hombre como debe ser el hombre”.
Además, mostró como sus prioridades pastorales el cuidado de las familias “y con ella la del fomento del apostolado seglar en sus distintas manifestación”; así como “la educación, desde la cosmovisión cristiana sin complejos y con calidad” siendo “un servicio social de primer orden”. “En la tarea educativa no puede faltar el alegre y sin complejos fomento vocacional”, afirmó Mons. Gil Tamayo. También tuvo unas palabras de aliento y de ánimo a los sacerdotes “en estos momentos, en que tomando pie de pecados y delitos que desde la comunidad eclesial se han cometido y por los que pedimos perdón y trabajamos en su erradicación y prevención, se quiere extender injustamente un velo de sospecha sobre la multitud inmensa de sacerdotes que sirven a Dios y a la gente de forma fiel, abnegada y ejemplar. ¡Gracias, hermanos sacerdotes por vuestro servicio junto a la gente!”. Además, agradeció su labor a la Vida Consagrada por testimonial los valores del Reino de Dios.
Tras ello, todos los asistentes tuvieron la posibilidad de acercarse a saludar al nuevo obispo.
Escudo y lema episcopal
El escudo episcopal del nuevo Obispo de Ávila lleva en el centro la encina con estrella que corresponde al escudo heráldico del apellido GIL, que al mismo tiempo recuerda el origen extremeño de Mons. Gil Tamayo y simboliza la fortaleza como virtud. La banda roja lleva el Crismón que simboliza a Cristo y es la razón de la vida sacerdotal y el símbolo de la Virgen María como intercesora y madre bajo cuyo amparo pone su vida y ministerio. Cruzado con la banda del escudo está el bastón de Santa Teresa de Jesús que le sirvió de apoyo en su caminar fundacional y simboliza su dedicación permanente.
El lema de su ministerio episcopal es: “Non ministrari sed ministrare" (No he venido a ser servido, sino a servir), que está tomado de las palabras de Jesús a sus apóstoles.
Tanto la mitra como la casulla que ha vestido Mons. José María Gil Tamayo en su ordenación episcopal son un regalo del personal de la Conferencia Episcopal Española. Asimismo, la casulla lleva bordado en su pecho el escudo de la Diócesis de Ávila.
El báculo
El báculo que ha recibido Mons. Gil Tamayo en su ordenación episcopal es un báculo pastoral en metal dorado, con los cuatro evangelistas en su empuñadura. Es un regalo de Mons. Antonio Montero Moreno, el arzobispo que le ordenó sacerdote en 1980 en Badajoz.
El anillo
El anillo episcopal que portaba en su mano Mons. Gil Tamayo es un anillo de plata dorada, réplica del que Pablo VI regaló a los Padres del Concilio Vaticano II. Lleva grabado a Cristo Salvador y los apóstoles San Pedro y San Pablo. Es un regalo de su madre.
Biografía
Nacido el 5 de junio de 1957 en Zalamea de la Serena (Badajoz), JOSÉ MARÍA GIL pertenece, desde su ordenación sacerdotal el 7 de septiembre de 1980, al clero de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, en cuyo Seminario realizó los estudios sacerdotales, licenciándose posteriormente en Estudios Eclesiásticos en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
Desarrolló su labor pastoral durante nueve años en pueblos rurales de su diócesis como párroco, vicario parroquial y profesor de Religión. Se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra.
En 1992 se hizo cargo de la dirección de la delegación de Medios de Comunicación y de la Oficina de Información de su diócesis, de la que es canónigo de la Catedral Metropolitana. Ha sido, además, Delegado Episcopal para el Patrimonio Cultural. También en su diócesis ha sido párroco “In solidum” de la parroquia de San Juan Bautista, en Badajoz, y miembro de los Consejos del Presbiterio y de Pastoral.
Ha sido profesor del título de postgrado de “Experto en Comunicación” de la Universidad Pontificia de Salamanca y de la Diplomatura en Comunicación Social, promovida en las diócesis cubanas por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales y la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Ha sido profesor visitante de la Universidad Católica de El Salvador y ha dictado conferencias en Puerto Rico.
En el ámbito internacional ha sido (2001-2011) experto del Comité Episcopal Europeo de Medios de Comunicación (CEEM); colaborador de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) y ha asesorado sobre temas de pastoral de las comunicaciones a los obispos de las Conferencias Episcopales de El Salvador y de Chile. Ha sido miembro del Comité internacional preparatorio del Congreso Mundial de TV Católicas, celebrado en Madrid en octubre de 2006, dirigiendo también la oficina de prensa de dicho evento. Ha sido portavoz en lengua española de la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrado del 7 al 28 de octubre de 2012. Ha desempeñado la tarea de adjunto para lengua española del Portavoz de la Santa Sede durante el periodo de renuncia de Benedicto XVI, Sede Vacante, Cónclave y elección del Papa Francisco, en febrero y marzo de 2013. En la Curia Romana ha sido Consultor del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales (2006-2016). Durante 13 años (1998-2011) fue Director del Secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española. Ha dirigido también el Servicio de Información de la Iglesia católica en España (SIC). El 20 de noviembre de 2013 fue elegido Secretario General de la Conferencia Episcopal Española.
